Observatorio de atentados yihadistas de julio de 2022

Aldea cristiana de Cabo Delgado (Mozambique) arrasada por yihadistas de Daesh. Fuente: DW

1. Análisis

La muerte de Ayman Al Zawahiri, líder de Al Qaeda, es sin duda alguna la noticia más relevante del mes, y probablemente de todo el año, en lo que concierne a la evolución del movimiento yihadista global. La operación antiterrorista llevada a cabo por dos drones estadounidenses que consiguieron acabar con su vida en la capital afgana mientras este se encontraba leyendo en un balcón marca un nuevo punto de inflexión para la organización terrorista Al Qaeda. Son muchas las implicaciones que supone la muerte de Al Zawahiri tanto para el futuro de la agrupación que lideraba como para el fenómeno yihadista global, y no son menos los interrogantes que se abren: ¿Quién liderará Al Qaeda de ahora en adelante? ¿Qué estrategia adoptará? ¿Sabían los talibanes que el líder de Al Qaeda se encontraba en Kabul? ¿Podría esto perjudicar al Emirato Islámico de Afganistán en su deseo de ser reconocido como un actor internacional legítimo? ¿Cómo responderán las distintas ramas territoriales de Al Qaeda a la llegada de un nuevo líder? ¿Se dará algún cambio en la relación con Daesh? Estas son algunas de las preguntas que se irán respondiendo a medida que avanza el tiempo y se toman las decisiones pertinentes. No obstante, buena parte de sus respuestas estarán ligadas a la persona que ocupe el liderazgo de la organización, por lo que el nombramiento del sucesor de Al Zawahiri será un buen termómetro para medir la dirección que la cúpula de Al Qaeda quiere para la organización a corto y medio plazo. La lógica natural invita a pensar que el nuevo líder debería ser el también egipcio Sayf Al Adl, quien podría representar una línea continuista vinculada a su  prolongada y reconocida trayectoria dentro de Al Qaeda. Sin embargo, también suenan nombres como el de Abdel Rahman Al Maghrebi, yerno del reciente fallecido Zawahiri y actual responsable de comunicación de Al Qaeda. La apuesta por Al Maghrebi supondría una ruptura con el tradicionalismo de la organización, ya que sería una incuestionable muestra del relevo generacional que desde hace años se lleva dando en órganos periféricos a la cúpula de Al Qaeda.

Más allá de la muerte de Al Zawahiri, el panorama yihadista global también ha tenido otros escenarios durante el último mes que requieren de atención. El primero de ellos es Etiopía, país sobre el que la organización terrorista somalí Al Shabaab ha puesto su foco de interés. Si bien es cierto que no es la primera vez que esta agrupación trata de adentrarse en Etiopía (ya intentó establecerse allí en 2007 poco después de la formación de la agrupación terrorista y hubo posteriores intentos de comisión de atentados en 2013 y 2014), parece que las incursiones ocurridas en este último mes obedecen a una estrategia que tiene como finalidad conseguir que terroristas de la organización se adentren en territorio etíope de cara a planificar atentados desde el interior del país. Esto lo habrían conseguido con maniobras de distracción como son los dos ataques acontecidos en la segunda mitad de mes sobre localidades etíopes fronterizas con Somalia en los que fueron asesinados al menos catorce policías junto a otros tantos soldados etíopes y tres civiles (casos de estudio #78 y #112). A través de estos ataques, un numeroso grupo de terroristas habría conseguido adentrarse desde un punto fronterizo cercano que se quedó sin protección al ser enviados desde allí los refuerzos militares y policiales necesarios para hacer frente a las dos acciones citadas.

No debemos olvidar que en estos momentos Al Shabaab parece encontrarse en una fase expansiva de actividad que está llevando a la organización a abarcar áreas cada vez más alejadas del centro de Somalia y de regiones limítrofes a la capital Mogadiscio. Las acciones terroristas dentro del territorio de Kenia también están siendo más frecuentes, por lo que la decisión de atacar sobre Etiopía también puede ser entendido como una nueva ventana de oportunidad para la agrupación que manifiesta, asimismo, de esta forma la capacidad que está recuperando.

Sin desplazarnos de África Subsahariana, y como continuación de la tendencia ya comentada en el análisis del último mes, resultan más que preocupantes los numerosos ataques que se están dando sobre poblaciones cristianas en la República Democrática del Congo y en Mozambique por parte de ramas territoriales de Daesh y de grupos asociados a dicha organización terrorista. Al incremento de este tipo de ataques en términos puramente cuantitativos, es importante sumarle el grado de violencia con el que estas acciones se producen. En las últimas semanas, se han dado diversos ejemplos de ello en ataques acontecidos en localidades de la región congoleña de Ituri en los que fueron asesinadas una treintena de personas en apenas dos días a manos del Estado Islámico en África Occidental  (#38 y #42), o en la decena de incursiones en las que los terroristas de Estado Islámico en Mozambique saquearon y quemaron todo a su paso en la provincia de Cabo Delgado.

Por otro lado, y pese a no haber recibido la atención mediática que requiere dada la gravedad y el riesgo que acarrea para nuestra propia seguridad, es importante detenernos en lo ocurrido en el centro pentienciario de Murcia II el primer día de julio. Allí, un preso que ya estaría cumpliendo condena por terrorismo y que se encontraba incluido en el régimen de los Ficheros de Internos de Especial Seguimiento (FIES), como así anunció la Asociación Profesional de Funcionarios de Prisiones, apuñaló en el cuello a un funcionario con el filo de una lata de conservas provocándole graves heridas que habrían sido fatales para su vida de no haber sido por la ayuda de otros reclusos. El apuñalamiento está siendo investigado como un posible atentado de inspiración yihadista y, en caso de confirmarse, este sería el primero ocurrido en una prisión española. En este sentido, países como Francia y Reino Unido llevan varios años sufriendo este tipo de ataques en el interior de sus cárceles por parte de presos radicalizados o individuos condenados previamente por delitos de terrorismo, lo que manifiesta el problema existente dentro de los entornos penitenciarios y de la necesidad de aplicar unas medidas que, más allá de la prevención del radicalismo violento, protejan de los actos violentos que son fruto del extremismo especialmente tanto a los propios funcionarios de prisiones como al resto de presos .

Para finalizar, los 19 países en los que se ha producido al menos un atentado de inspiración yihadista en el último mes y que se han saldado con al menos una víctima mortal son: Afganistán, Siria, Irak, Pakistán, India, Yemen, Egipto, Mali, Burkina Faso, Togo, Níger, Nigeria, Chad, Camerún, República Democrática del Congo, Somalia, Etiopía, Mozambique y España.

2. Metodología

La metodología de la presente investigación tiene como base la búsqueda y el análisis de fuentes abiertas, siendo éstas esencialmente noticias de prensa nacionales e internacionales, informes de instituciones gubernamentales, organizaciones no gubernamentales que trabajan sobre el terreno y comunicados emitidos por los propios grupos terroristas (teniendo en cuenta que la información de éstos no siempre es fiable y siendo contrastada previamente). Dichas fuentes son accesibles al lector y pueden ser consultadas a través del enlace adjuntado en los resúmenes que acompañan a los datos extraídos en cada uno de los casos de estudio registrados. No obstante, existen algunas excepciones en las que se ha decidido no añadir el enlace por motivos de sensibilización y respeto a las víctimas, al tratarse de imágenes que no se considera necesario mostrar.

En la sección que hace referencia a la autoría de los atentados, en determinados casos se puede leer “sin confirmar” junto al nombre de la organización terrorista. Esto sucederá en todos aquellos casos donde ningún medio oficial vinculado a la organización autora haya reivindicado dicho ataque. Pese a la falta de esta confirmación, existen vínculos, modus operandi y características comunes con otros antecedentes que pueden ayudar a determinar la autoría, aunque siempre exista el riesgo de equivocarse en el análisis de la información.

El objetivo último de este observatorio es intentar conocer los máximos casos posibles, sabiendo que resulta imposible plasmar todos ellos por la inaccesibilidad de medios o falta de información en determinadas regiones. Debido a esta razón, uno de los criterios que debe reunir un atentado para aparecer en esta investigación es que se produzca alguna víctima, dado el escaso (o nulo) eco mediático que tienen aquellos casos en los que por suerte no se producen muertes, excepto en el caso de países occidentales donde sí se incluyen los atentados que no hayan provocado víctimas, así como aquellos otros que presenten unas particularidades propias que requieran su inclusión. El objetivo último es que los datos representados mes a mes permitan mostrar la evolución del terrorismo yihadista a partir de la actividad de las distintas organizaciones que lo representan a escala global.

Finalmente, se recuerda, como todos los meses, los criterios establecidos a la hora de contabilizar los casos de estudio:

• Atentados que sean perpetrados por organizaciones yihadistas o
• Cometidos por individuos inspirados en su ideología
• Donde al menos se produce una víctima mortal, pudiendo ser el propio terrorista (con las excepciones ya citadas)
• Que estén documentados por fuentes contrastadas

3. Tabla con casos de estudios documentados