Observatorio de atentados yihadistas de octubre de 2021

Lugar en el que el se produjo el pasado 8 de octubre el primer atentado de Estado Islámico en Uganda. Imagen: Reuters

1. Análisis

El incremento de la violencia yihadista que se viene observando a lo largo del año 2021 ha vuelto a quedar de manifiesto en el último mes a través de diversos atentados de elevada letalidad. El incremento de la mortalidad causada por los atentados terroristas cometidos por distintas organizaciones a lo largo y ancho del planeta se refleja también en la suma total de las 632 personas que han perdido la vida en octubre en un total de 118 ataques.

Un mes más, Afganistán es el centro de la noticia. Si en agosto analizábamos cómo se había producido la vuelta al poder de los talibán y en septiembre comenzaron a hacerse visibles las dificultades que el nuevo régimen estaba teniendo para garantizar la seguridad de la sociedad (a la vez que quedaba patente que su imagen moderada había sido únicamente un intento de lavado de imagen de cara a la comunidad internacional), en octubre la atención recae sobre la amenaza que ya representa la rama territorial del Estado Islámico en el país (ISKP) para la supervivencia del nuevo gobierno y para la sociedad afgana en su conjunto.

La veintena de atentados cometidos por ISKP sobre Afganistán en el último mes supone un nuevo hito nunca antes visto. La frecuencia con la que se han dado estos atentados, sumada a la diversificación de los mismos y a la variedad de sus blancos, son claros indicadores de la nueva estrategia adoptada por ISKP, que comienza a adoptar las mismas estrategias insurgentes recientemente empleadas por los talibán para combatir al régimen afgano, y que tan buenos resultados le dio. Es por ello que el nuevo gobierno talibán ve en ISKP a su principal enemigo por su capacidad desestabilizadora, mucho más alta de lo que podía llegar a pensarse hace dos meses. A los continuos golpes que están sufriendo los miembros talibán en acciones esporádicas (cerca de una treintena de sus miembros han sido asesinados en ataques aislados de ISKP en octubre) hay que sumar la brutalidad de la campaña de atentados orquestados por el Estado Islámico contra la población local, especialmente hacia la minoría hazara. Los atentados ocurridos durante dos viernes seguidos en sendas mezquitas chiíes a la hora del rezo en Kunduz (caso de estudio #38) y Kandahar (#65) provocaron un balance de 80 y 63 víctimas respectivamente.

Más allá de estos atroces atentados cometidos por ISKP, los talibán también continúan con sus ataques violentos frente a la propia sociedad sobre la que imponen su ley. Pese al apagón informativo que se ha ido produciendo[1], se han podido conocer acciones como la llevada a cabo a finales de mes en la que varios talibán abrieron fuego contra los asistentes a una boda porque habían puesto música (#109), siendo asesinadas en esta acción dos personas.

Saltando de escenario y trasladando el foco a Irak, la preocupación por el resurgir de Estado Islámico cada vez es más evidente. Mientras que en Siria está teniendo muchas más dificultades para reaparecer, debido en buena medida al amplio abanico de competidores que tienen dentro del propio círculo yihadista, Irak parece ser en cambio el territorio más prolífico de cara a su vuelta. A lo largo del último mes, el Estado Islámico ha sido capaz de llevar a cabo treinta atentados en distintas provincias que se han saldado con la muerte de un centenar de personas, tanto civiles como miembros de las fuerzas de seguridad. Si bien es cierto que sus atentados durante los últimos años no se caracterizan generalmente por una gran letalidad, como muestran los ocurridos este último mes a excepción del ataque sobre un poblado en Diyala en el que fueron asesinadas quince personas (#100), el repunte de actividad habla por sí mismo sobre cómo la agrupación está consiguiendo recuperar parte del protagonismo a través de estos ataques, ya que estarían siendo cometidos por células durmientes que reciben instrucciones para actuar.

Si en Irak la vuelta del Estado Islámico es alarmante, no es menos preocupante el desarrollo de los acontecimientos en Sudán y Uganda, dos países del África Subsahariana que en el último mes han comenzado a ser golpeados por el terrorismo yihadista ejercido por Estado Islámico en lo que parece ser una nueva fase expansiva de la organización. En el caso de Sudán, el ataque ocurrido a finales de septiembre en el que fueron asesinados cinco agentes ha tenido su continuación en el último mes, produciéndose un nuevo atentado en Jartum el día 4 en el que murió un soldado sudanés (#18). Posteriormente, cuatro terroristas serían abatidos por las fuerzas de seguridad. Por su parte, la rama territorial de Estado Islámico en África Central (ISCAP) ha reivindicado en octubre sus primeros atentados terroristas en Uganda. El primero de ellos se produjo en Kampala donde estalló un artefacto explosivo (IED) sin provocar víctimas mortales (#8). Dos semanas después, también en la capital, otro IED fue activado al paso de un autobús por una carretera, provocando la muerte de una persona (#90). Entre ambas fechas, se produjo otro atentado en este país atribuido a Fuerzas Aliadas Democráticas (ADF) tras estallar un IED junto a un restaurante, que se saldó con la muerte de una persona.

La situación tanto en Sudán como en Uganda hace pensar en una nueva expansión del Estado Islámico por esta región. No obstante, es importante señalar que, mientras que en el caso de Sudán los atentados se asocian a células de la organización que provienen del sur de Libia, en Uganda estos ataques están directamente vinculado al devenir de los acontecimientos de la República Democrática del Congo, donde desde hace varios años ISCAP se encuentra en proceso de expansión. Por tanto, los atentados que están teniendo lugar en Uganda deben ser entendidos como parte de la nueva estrategia de ISCAP para abrirse paso también en este país. No hay que olvidar que Uganda ha sido cuna de nacimiento para milicias islamistas extremistas como ADF, agrupación de la que se ha nutrido ISCAP para formarse y atraer a sus miembros más radicales.

En el análisis de este mes de octubre es preciso hacer mención a la lucha antiterrorista y dos casos de éxitos que han sido cosechados en las últimas semanas. Por un lado, a finales de mes fue abatido en Maguindanao el líder de Daulah Islamiyah, siendo este uno de los terroristas filipinos más buscados. Esta operación antiterrorista pone de manifiesto una vez más el momento de debilidad por el que pasa el yihadismo en el Sudeste Asiático desde 2017, año que marca el inicio de su retroceso a partir de su derrota de la ciudad de Marawi[2]. Por otro lado, fuentes militares nigerianas informaban a mitad de mes sobre la muerte de Abu Musab al Barnawi, líder del Estado Islámico en África Central (ISCAP). No obstante, no parecen estar claros los motivos de su muerte y cabe la posibilidad de que su fallecimiento no fuese consecuencia de una operación antiterrorista, sino de una acción llevada a cabo por una facción residual de Boko Haram a modo de venganza por el asesinato el pasado mes de junio del que fue su carismático líder Abubakar Shekau a manos de ISWAP.

Europa también ha sido escenario de dos ataques que apuntan a una inspiración ideológica de corte yihadista en base a las investigaciones que se están realizando. El primero de ellos ocurrió el día 13 en la ciudad noruega de Kongsberg. Allí, un individuo de nacionalidad danesa que supuestamente se habría radicalizado tiempo atrás llevó a cabo un atentado en el que asesinó a cinco personas tras recorrer varias calles de la ciudad armado con un arco desde el que disparaba flechas de forma aleatoria hacia todo aquel que se encontraba a su paso (#54). Las investigaciones también confirmaron que el autor del ataque sufría problemas psiquiátricos desde tiempo atrás. Dos días después de lo ocurrido en Noruega, era asesinado un diputado inglés en el condado de Essex tras ser apuñado en una iglesia durante un encuentro electoral. La policía británica confirmó días después que existía una motivación terrorista en el ataque (#62). Estos dos ataques reafirman la tendencia que se viene observando a la hora de analizar el terrorismo de inspiración yihadista en Europa durante los últimos años, debido a que son atentados de baja sofisticación llevados a cabo por individuos que deciden actuar por cuenta propia sin estar adscritos a ninguna organización terrorista transnacional.

Para finalizar, los diecinueve países en los que se ha producido al menos un atentado de inspiración yihadista en el mes de octubre y que se han saldado con al menos una víctima son: Afganistán, Siria, Irak, Pakistán, India, Egipto, Sudán, Mali, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Camerún, Uganda, República Democrática del Congo, Somalia, Kenia, Mozambique, Noruega y Reino Unido.

2. Metodología

La metodología de la presente investigación tiene como base la búsqueda y el análisis de fuentes abiertas, siendo éstas esencialmente noticias de prensa nacionales e internacionales, informes de instituciones gubernamentales, organizaciones no gubernamentales que trabajan sobre el terreno y comunicados emitidos por los propios grupos terroristas (teniendo en cuenta que la información de éstos no siempre es fiable y siendo contrastada previamente). Dichas fuentes son accesibles al lector y pueden ser consultadas a través del enlace adjuntado en los resúmenes que acompañan a los datos extraídos en cada uno de los casos de estudio registrados. No obstante, existen algunas excepciones en las que se ha decidido no añadir el enlace por motivos de sensibilización y respeto a las víctimas, al tratarse de imágenes que no se considera necesario mostrar.

En la sección que hace referencia a la autoría de los atentados, en determinados casos se puede leer “sin confirmar” junto al nombre de la organización terrorista. Esto sucederá en todos aquellos casos donde ningún medio oficial vinculado a la organización autora haya reivindicado dicho ataque. Pese a la falta de esta confirmación, existen vínculos, modus operandi y características comunes con otros antecedentes que pueden ayudar a determinar la autoría, aunque siempre exista el riesgo de equivocarse en el análisis de la información.

El objetivo último de este observatorio es intentar conocer los máximos casos posibles, sabiendo que resulta imposible plasmar todos ellos por la inaccesibilidad de medios o falta de información en determinadas regiones. Debido a esta razón, uno de los criterios que debe reunir un atentado para aparecer en esta investigación es que se produzca alguna víctima, dado el escaso (o nulo) eco mediático que tienen aquellos casos en los que por suerte no se producen muertes, excepto en el caso de países occidentales donde sí se incluyen los atentados que no hayan provocado víctimas, así como aquellos otros que presenten unas particularidades propias que requieran su inclusión. El objetivo último es que los datos representados mes a mes permitan mostrar la evolución del terrorismo yihadista a partir de la actividad de las distintas organizaciones que lo representan a escala global.

Finalmente, se recuerda, como todos los meses, los criterios establecidos a la hora de contabilizar los casos de estudio:

• Atentados que sean perpetrados por organizaciones yihadistas o
• Cometidos por individuos inspirados en su ideología
• Donde al menos se produce una víctima mortal, pudiendo ser el propio terrorista (con las excepciones ya citadas)
• Que estén documentados por fuentes contrastadas

3. Tabla con casos de estudios documentados

[1] Una muestra de ello es que el New York Times ya ha dado por finalizado el trabajo de monitorización de la actividad terrorista talibán que venía realizando durante los últimos tres años, y que era utilizado como fuente por este observatorio. Para acceder a todos los informes publicados por dicho medio de comunicación puede consultarse el siguiente enlace: https://www.nytimes.com/spotlight/afghan-war-casualty-reports

[2] Es importante recordar que en Marawi fueron asediadas durante varios meses las huestes yihadistas, compuestas en su mayoría por miembros de Abu Sayyaf y el Maute Group, hasta que las fuerzas de seguridad consiguieron recuperar la ciudad. Importantes líderes del movimiento yihadista local, tales como los hermanos Maute o el carismático Isnilon Hapilon, fueron eliminados durante el asedio.